jueves, 30 de abril de 2009

El amor es ciego, pero no gilipollas



Todos lo sabían pero nadie decía nada. Él quedaba cada fin de semana con sus “amiguitas” mientras sus amigos le encubrían ante la novia con alguna coartada inventada.
Ella sentía las miradas de los demás, atisbos de compasión en la mayoría de los ojos. No entendía el por qué de su comportamiento pero decidió actuar como si nada ocurriese.
Sus amigas le dejaban caer de vez en cuando que si le parecía normal que su novio pasase tantos fines de semana fuera, cuando no era por trabajo era por sus amigotes. Pero ella seguía tragando. Cuánta razón hay en la frase “el amor es ciego”.

Ciego sí, pero no gilipollas. Lo que ellos no sabían era que quien se la estaba dando era ella. Aprovechaba esos días en que su chico no estaba para pasarlos enteros con su compañera de piso. Hacía meses que se acostaban y nadie intuía nada. Con ella experimentaba el más intenso placer con cada roce de su piel, aunque sólo fuese una caricia eso bastaba para ponerse a cien. No tenía que ejercer de actriz como hacía con él en las escasas veces que deshacían la cama juntos. Podía ser ella misma, sin tener que mantener las apariencias en todo momento delante de la familia o los amigos.

Una noche tomó la decisión que cambiaría su vida. Había quedado toda la panda en un bar del centro. Sólo faltaba él. Viaje de negocios le dijo la noche anterior. Anda y que te follen, pensó ella, aunque bien sabía que eso es exactamente lo que le harían.
Ella entró por la puerta y vio que al fondo estaba su grupo de amigos. Echó la vista atrás invitando a pasar así a su compañera. Ambas se acercaron a la mesa, y sin dejar tiempo si quiera a los saludos habituales, comenzó a hablar. “Basta ya de tonterías. ¿En serio pensabais que me tragaba que él estaba con vosotros o trabajando? Puedo parecer tonta pero no lo soy. Os presento a la persona con la que yo pasaba esos fines de semana, y con la que a partir de ahora pasaré cada día. Ya que sois tan amigos de ese imbécil llamadle y contadle la noticia, su crédula novia le ha dejado por otra mujer”.

Así fue como puso fin a una pantomima que ya estaba durando demasiado. Las dos se cogieron de la mano y se volvieron dejando a todos con la boca abierta. Salieron del local, y ella, con una sonrisa triunfante, sabía que el mundo era todo suyo, al igual que esa noche lo sería el cuerpo de su compañera en el dormitorio.

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