miércoles, 26 de agosto de 2009

Asco es poco


Hoy debe ser el día de Vamos a molestar al prójimo, y no lo han dicho los informativos. Por consiguiente no me he enterado de esta festividad, ni de que yo era ese prójimo.

Llevan meses llamando de cierta compañía de servicios telefónicos y de Internet a mi casa, a cualquier hora de cualquier día. Se atreven hasta a profanar la santidad de la siesta de los Domingos.
No tenemos nada contratado con esta compañía, y no nos interesan sus ofertas. Se lo hemos dicho por activa y por pasiva; de forma oral y escrita; de buenas y de malas (aunque éstas ya han sido sólo al final). Tienen suerte de que yo sea una mujer paciente y educada, y que además ha estado al otro lado del teléfono, en un puesto similar al suyo, si no habría perdido los estribos hace ya bastante tiempo.
Ayer llamaron de nuevo, y me pillé un mosqueo tremendo. Sin salirme de las buenas formas en ningún momento, creo que le dejé muy clarito al promotor que no quería saber nada de ellos, que borraran nuestro número y que a la próxima, la advertencia de la que hablaba en el email que les escribí, se iba a cumplir. Me iba directa a denunciarles.
El chico se acojonó y parecía sincero cuando decía que no volverían a llamar. Los cojones 33. Hoy han vuelto a llamar, y les ha caído la del pulpo. Si ellos son pesados, yo más. ¿Que "se corta" la comunicación?, no pasa nada, yo insisto y les llamo de nuevo. Estoy sin trabajo, así que tengo todo el tiempo libre del mundo.
Por fin, la última chica con la que he hablado me ha dicho que ellos no tienen potestad para borrar los números que les proporcionan desde otros departamentos. ¿Y no me pueden decir eso a la primera y dejar de marearme?
Que llamen otra vez, que va a ser cuando les lleguen noticias del pollo que he montado en la OCU. De todas formas, ya he incluido nuestro teléfono en la Lista Robinson, un servicio que sirve para ejercer tu derecho a la protección de datos y que empresas comerciales con las que no tienes productos contratados, no te llamen. Si hacen su trabajo com deberían, claro.


Para despejarme he salido a dar una vuelta, comprar un par de cosas y tomarme algo con mis padres.
Hemos ido a un bar que lleva toda la vida en el barrio, y hemos pedido una ración de chopitos, que nos gustan bastante. A mitad de plato ha llegado la "sorpresa": una oruga frita. Sí, sí, una oruga. Ni una caracola, ni un tentáculo ni leches. Una oruga, un gusano, una larva.
Me he levantado con ella en una servilleta y he ido a enseñárselo a la camarera-encargada. ¿Sabéis cuál ha sido su respuesta? Que eso viene en muchos paquetes de chopitos, que lo llevan metido dentro y que es algo normal. ¿Es algo normal que me sirvas comida con gusanos? Pues eso dice mucho del tipo de local que tenéis. El anisakis comparado con esto queda a la altura del betún.
El resto de gente del bar estaba flipando. Normal. Yo he tenido que ir al baño a vomitar, y el mal cuerpo aún me dura.
Cuando nos íbamos me he fijado en que tenían enmarcado el cartel de "Existen hojas de reclamación a disposición de los clientes" en la pared. Le he pedido una hoja y me ha contestado que no tienen, que está el cartel pero no tienen hojas. Acabo de enterarme de que eso es razón para llamar a la policía y denunciar. Estaba tan caliente en ese momento que lo habría hecho (y aún me estoy planteando bajar, ojo).
Lo bueno es que mi padre conoce al dueño, así que ya ha dicho que en cuando le vea hablará con él seriamente. Yo quiero estar presente, que se me ablanda y salen ganando ellos.

Me estoy dando cuenta de que me he vuelto de un belicoso... Antes ejercía de abogado del diablo, ahora lo hago del mio propio. Y me gusta.

sábado, 22 de agosto de 2009

¿Un día aburrido? ¡Para nada!


Hay veces que no sé de qué me quejo. ¿Aburrirme? ¡Qué va!

Después de llevar 3 días de pintora de brocha gorda (especializada en alturas y retoques finales, por si alguien está interesado en contratar mis servicios), hoy ha tocado ir a uno de estos complejos comerciales que afloran en las afueras de las ciudades. Para llegar, primero tenía que coger el Metro hasta el punto donde había quedado. Ahí ya comenzó la cosa. Iba sentado frente a mí el típico niño de papá con su polo con el emblema de la marca del mismo nombre, sus pantalones de color llamativo (que parece que se han puesto muy de moda en ciertos sectores de la sociedad) y un pedo encima que no le dejaba ni erguir la cabeza. Iba completamente dormido, así que no sé si habrá llegado sano y salvo a su destino, o aún sigue dando vueltas por el subterráneo.

Salgo del Metro y monto en el coche en dirección al complejo comercial que decía al principio, que viene a estar donde Cristo dió las 3 voces. Pues en una de las tiendas en la que hemos entrado me quedo mirando a una chica; ella me mira; nos reconocemos pero callamos como putas. Era la novia de uno de mis ex. Las 2 sabíamos quién era la otra, a pesar de que nunca nos han presentado. ¿Que cómo nos conocemos? Fácil, redes sociales. Yo veo tus fotos, tú ves las mías.
Y un pensamiento puramente femenino cruza mi mente: "¡Ja! ¡Chúpate esa! Yo estoy mejor ^^" y "Mi chico me alcanza las cosas del estante de arriba; el tuyo ni saltando". No podemos negar que el compararnos entre nosotras es algo instintivo. Lo admito, somos malas por naturaleza (y todas lo sabemos en el fondo).

Tras esto y las oportunas compras, vuelta a casa. A casa de mi pareja.
- ¡Tanit, ponte algo de ropa!, me gritan. Adiós a la tranquilidad y a la posibilidad de romanticismo pre jornada laboral. Aparece por sorpresa el padre de mi chico, y yo era una huésped no esperada por su parte. Así que Servidora se pone a cortar carne en la cocina como quien no quiere la cosa.
Es la segunda vez que me pasa. Al menos ésta no me ha tocado esconderme tras una puerta y salir a hurtadillas.
Sé que ésto último parece de película, ¿pero de dónde creéis que sacan los guionistas sus historias? Lo de la creatividad es un cuento chino.

Llega la hora de volver a mi casa, y a los 5 minutos de entrar, 2 individuos empiezan a aporrear las puertas y tocar el timbre de todos los vecinos. Gritan que les abran, que vienen de parte de la compañía del teléfono. El vecino del 5º les oye cuando aún van por el 1º. Y no exagero. ¿Pero se creen que voy a abrir a alguien que a las 4pm ataca así el descanso de un sábado por la tarde? Ni-de-coña.
Creo que sólo han abierto 2 vecinas, y les han cerrado sin dejarles hablar apenas.
Para ser vendedor hay que tener más tacto, al menos un poquito más que el papel de lija.

El día aún no ha acabado, y ¡yo estoy ansiosa por ver qué más me tiene preparado!

lunes, 17 de agosto de 2009

Un tigre en la jungla de asfalto


Hoy he visto a Sandokan. Realizaba estiramientos frente a una escuela de baile oriental. Demasiado calor para llevar camiseta, debió pensar. Ignoraba el que nos provocaba a nosotras cuando pasábamos a su altura y no podíamos evitar mirar de forma más lujuriosa que admirable esa piel canela brillante por el sudor, esa melena negra y abundante, y esos ojos negros tan profundos que no necesitaban khol para remarcarlos, tan profundos como el Tigre de Malasia que cruzaba los mares al mediodía cuando yo era niña y encendía el televisor.

jueves, 13 de agosto de 2009

Perder la inocencia gota a gota

Crecer es a veces una mierda, y madurar y darse cuenta de cosas que antes te pasaban desapercibidas, aún más.
Quién fuera niño de nuevo para seguir cegado por la venda de la inocencia.

domingo, 9 de agosto de 2009

Ho voglia di te



Darse un paseo con el sol ya bajo y el viento jugueteando con los mechones de pelo que se escapan de tu coleta. Caminar sin rumbo y acabar en la terraza de una pizzeria auténticamente italiana, con una comida que está de vicio y un servicio atento de la más mínima necesidad. A ésto hay que añadir el plus de que los camarer@s sean italian@s y argentin@s, con el encanto que eso le aporta (a mí es que esas nacionalidades me pueden).

Y cuando vas a pegarle un mordisco a tu recién horneada pizza mezzo Fiorentina, mezzo 4 stazione, te das cuenta de que uno de los camareros no te quita el ojo de encima. Y tú te fijas en ese ojo. Y en el que tiene al otro lado de la nariz. Los dos verdes como el orégano y la albahaca que condimentan tu comida. Y ya no puedes probarla porque te has quedado embobada, y porque aunque tu mirada se vuelva huidiza por la timidez, te sabes observada, y sabes que está sonriendo gracioso al notar que se te pone la piel de gallina al sentir la brisa fría. Y por una razón aún mucho más importante que todo eso: ¡¡porque puedes terminar con la boca pringada de tomate y con un hilillo de mozzarella colgando!! Y eso sí que no. Una perderá un ligue, ¡pero jamás dejará que se le estropee la buena imagen!

:P

PD: Don Destino juguetón ha hecho coincidir este descubrimiento culinario con mi lectura actual de un libro italiano... Cualquier día me fugo en un vuelo de esos que cuestan 5€ y vas moviendo tú las alas del avión jejeje.

sábado, 8 de agosto de 2009

Una mujer dice que está bien, pero no es verdad

[Este artículo tiene su original en la web del diario absurdo El Mundo Today]

UNA MUJER DICE QUE ESTÁ BIEN, PERO NO ES VERDAD


Carlos Estévez está muy preocupado porque hace tiempo que su esposa no es la misma y no entiende qué le está ocurriendo. Sospecha, sin embargo, que puede ser algo grave pues apenas habla, se muestra distante y lo hace todo con desdén y a desgana. El principal problema es que la mujer no parece ser consciente de su situación o bien no quiere asumirla. “No me pasa nada, ¿qué me va a pasar? Estoy bien” se limita a decir con el semblante seco cuando se le pregunta si le ocurre algo. “He pensado que quizá también tenga algún problema de psicomotricidad”, dice el marido, “pues no controla sus movimientos como una persona normal y todo son portazos y cajones cerrados con demasiada fuerza… el otro día, pobrecita, incluso se le cayó un plato con la mala suerte de que fue a dar contra la tele de plasma”.

Pese a la insistencia de la mujer, Carlos tiene pruebas de que ella no se encuentra bien. “A veces la oigo llorar en la habitación y entonces entro y le pregunto si le pasa algo. Y dice cosas como ‘¿A mí? No, no, estoy estupendamente, vamos, es que daría saltos de alegría ahora mismo’. Pero claro, no se pone a dar saltos ni nada, lo que confirma que, efectivamente, sus palabras son falsas otra vez. Yo creo que no se da ni cuenta. Lo que le ocurre es gordo gordo, como de la serie House o peor”.

La madre de Carlos cree que su nuera sí se da cuenta de lo que le ocurre y que es su hijo quien no es capaz de ver más allá. Pese a ello, tiene palabras críticas contra la afectada, a quien acusa de mentirosa: “A veces me da pena porque parece que sufre en silencio, pero llega un momento en el que pienso que es una egoísta porque no deja que nadie la ayude y hace de su hogar un sitio poco acogedor para su familia. ¿Qué ejemplo da a sus hijos? Ahora cuando les duela la barriga mentirán y será imposible curarles. Si está mal que no diga que está bien porque eso despista muchísimo, sobre todo a mi hijo, que no es muy despierto”.

UN JOVEN MADRILEÑO PADECIÓ LO MISMO

El caso de Yolanda no es único, según ha podido saberse, pues Ángel Panadero, un joven madrileño de 35 años, también dijo durante meses que estaba bien pero, como reconoció posteriormente, estaba “un poco así” por culpa de la reciente ruptura con su novia de toda la vida. “Le sacábamos de fiesta y fingía divertirse”, explica un amigo, “pero sabíamos que algo estaba roto dentro de él. Con el tiempo lo ha reconocido, pero nos hemos sentido un poco defraudados por sus sucias mentiras, así que hemos dejado de llamarle”.

viernes, 7 de agosto de 2009

Quod me nutrit me destruit

- ¿Por qué lo haces?
- Es asunto mío, déjame en paz.
- ¿Estás loca?
- ¡No quiero volver a oír esa palabra!
- Entonces, ¿quieres arruinarte la vida?, ¿arruinarsela a los demás?
- Lo que yo haga o deje de hacer es cosa mía, los demás me dan igual.
- ¿Por qué te castigas así? ¿Por qué atacas a tu cuerpo?
- Porque no es como debería ser. Es horrible.
- Cualquiera diría que quieres acabar con él. Y si acabas con él, acabas contigo también.
- ¡¡Olvídame!!

Con un golpe seco, Ana rompe el espejo en que se estaba mirando. No soporta a su reflejo ni sus palabras, que son las de ella misma. No quiere oír porque no le interesa hacerlo.
Un hilillo de sangre resbala por su muñeca...

miércoles, 5 de agosto de 2009

Un pedacito de cielo

Los madrileños somos gente extraña. Aparte del tópico de que somos unos chuletas (lo cual reconocemos porque somos más chulos que nadie, ¿queda claro?), pocos más se pueden aplicar. No hay un madrileño tipo. Basta pasear cualquier tarde por Gran Vía para comprobar la diversidad existente. Quizá esa es una de las cosas que me gusta de mi ciudad. Nadie se extraña de cómo vas vestido o qué haces. Cada uno va a lo suyo y no hay nadie más normal que otro.
Pero sí que hay algo que nos caracteriza a todos: nos quejamos continuamente cuando estamos en la ciudad. Obras, tráfico, calles abarrotadas de gente, personas que caminan más despacio que tú y no te dejan adelantarles, etc. Pero es pasar un par de días fuera de la ciudad, y ya la vemos con otros ojos. Con ojos de morriña, para ser exactos. Y es que a Madrid sólo se la echa de menos cuando estás fuera de ella. El resto del tiempo no quieres verla ni en pintura.

Esta semana he pasado unos días fuera. Fuera del Madrid urbano, quiero decir.
He estado en un pueblecito de la sierra. Calor soportable por el día, fresco de chaqueta por la noche. Calles empinadas y con construcciones de piedra. La montaña a un lado, y al otro; y en frente; y detrás no lo sé porque se me olvidó mirar, pero seguro que también estaba. Y un cielo claro como hacía mucho (mucho, mucho) que no había visto.
No es un lugar especialmente grande, ni bonito, ni histórico. Pero es recostarte en una tumbona a techo descubierto y ver todas las estrellas sobre ti, una luna llena impresionante como la de ayer, y envuelto por el sonido de las cigarras y los grillos (ni un motor, oye, qué gozada), y ya pueden venir horas por delante, que tú estás en esos momentos en el mejor sitio del mundo.

Pero como todo, esta mañana la escapada llegó a su fin y tocó retomar el camino de vuelta a los Madriles. Es curioso, ha sido llegar y algo se me ha vuelto a agriar en el carácter. Será por el calor, o el ruido, o un conjunto de cosas.

Menos mal que el saber que a no mucho tiempo de aquí (mi abuelo me acostumbró a medir la distancia en tiempo y no en metros), existe una vía de escape donde desconectar de la ciudad.

sábado, 1 de agosto de 2009

Encogería la noche al tamaño de tu cama

Antes de nada, perdón por llevar unos días sin pasarme por aquí. Prometo ponerme (y poneros) al día, porque cosas que contar son como las meigas, haberlas haylas. Pero eso será en unos días, que aún ando liada intentando poner orden en mi caótica vida (parte de la desocupación conlleva eso: darte cuenta del caos en el que vives).

Hoy voy a abrir las puertas de la alcoba personal del pirata.
Hoy tengo la obligación moral y sentimental de dedicar este post a la persona que lleva 2 años a mi lado; la persona que aquel 2 de Agosto consiguió algo que ni él, ni yo pensamos que podría suponer un cambio tan grande (y tan para bien) en nuestras vidas.
Por ello, comparto una canción con especial significado en mi (nuestra) vida.

Maite zaitut, bicho. Te quiero.

PD: Quedaos tranquilos, no habrá más pasteladas de este tipo hasta dentro de 1 año, si Zeus quiere ;)



Maritornes - Mago de Oz

Por ti cariño encogería la noche
Al tamaño de tu cama
Y compraría tus caricias pagando
Con besos mi libertad

Por ti cariño, perdería mi orgullo
En la trastienda de mi alma.
Y saciaría mi venganza bebiendo
Como un loco en tu boca después.

Porque al rozarte siento miedo, amor
De despertar y no oír tu voz
Y que al llegar el alba a tu ventana
Abra los ojos y sólo esté yo.

Por ti cariño, robaría una estrella
Y que en tus noches té velara
Y en los caminos, rogaría a mi espada
Que me haga digno de ti.

Quiero perderme en la jauría de tus labios
Tormento es tu boquita de miel
Enjaulé mi alma en tu linda armadura
Forjadas con tu cuerpo y tu piel

Viéndose sumido en tales pensamientos
Don Quijote no acertaba a ver
Que la destinataria de tanto halago
No era quien creía ver

Era Maritornes la moza asturiana
Tuerta de un ojo y del otro no muy sano
Que yendo al encuentro de su amante arriero
Se topó con él.