jueves, 8 de abril de 2010

Ahora, ¡duerme!

Hay personas a quienes la rutina les aporta seguridad; a otras les provoca tedio. Yo me sitúo en un término medio.

Ayer, un amigo celebraba su cumpleaños, y para hacer algo distinto nos convocó en la Sala Houdini.
El local tiene una decoración extraordinaria. Carteles antiguos, objetos usados por magos, gárgolas, víctimas enjauladas, cuadros que te siguen con la mirada, autómatas que sacan conejos de su chistera, e incluso un baño al que se accede abriendo un ataúd. Un lugar oscuro, siniestro y lleno de embrujo. Permite que te sumerjas en el ambiente de prestidigitación y mentalismo de las actuaciones que vas a presenciar después.

Éramos un grupo grande y eso nos permitió disfrutar de una primera parte del espectáculo casi como VIPs. Nos acomodaron en una sala pequeñita, como para unas 25 personas apretadas (se agradecía el calor humano porque era un poco fresca), y con media mesa (sí, un semicírculo) al frente, tras la que se sentaría el mago.

La sesión comenzó con micromagia: objetos pequeños, movimientos de manos y bocas abiertas pues en este caso, aunque lo ves, no lo crees. El encargado de este espectáculo era un reputado mentalista e ilusionista, Pablo Segóbriga, director de la sala a su vez. Contaba con unas manos ágiles, un discurso cómico y la capacidad de adivinar las cartas elegidas por el público, aconsejar "cartománcicamente" y doblar cucharas con la mente. Asombroso, increíble. Un maestro.
Segóbriga dio paso a Arsenio Puro, o El Camarero. Tan pronto te hacía magia de mesa como te servía una copa en la barra del bar.

Un descanso para comentar las jugadas, y acomodación en el salón grande con el escenario principal.
Un par de "magos" (se les veía el plumero) para matar unos minutillos iniciales, y aparición de Segóbriga en el escenario. Tocaba sesión de mentalismo e hipnosis. La verdad es que esta parte era la que más llamaba mi atención.
Pidió voluntarios, y TaniT, no contenta con haber intervenido en las dos sesiones anteriores (la vergüenza para nada sirve, y para todo estorba), allá que se subió.
Es en este punto donde debo pedir a todo aquel que quiera permanecer "virgen" que abandone la lectura, pues los resultados, aunque sorprendentes, también pueden resultarle decepcionantes.



Seríamos unas 15 personas en el escenario, y no todos "servíamos" para la hipnosis. Era necesario hacer una criba de sugestión.
Nos propuso un ejercicio en el que tras relajarnos, debíamos colocar los dorsos de las manos en la frente e imaginar que un tornillo las atravesaba y un bote de pegamento se derramaba sobre ella, fijándolas a nuestra cabeza. El test era sencillo: si al contar 3 tus manos se despegaban, no eras válido.
Yo me quedé. Sentía que algo las mantenía unidas, pero tampoco puse demasiada fuerza para separarlas, para qué engañarnos. Ésta podría ser una conclusión anticipada de todo lo que vendría después, era un 50/50 de hipnosis (sugestión) y voluntad propia por seguir con el espectáculo.

Nos quedamos 7: 3 hombres y 4 mujeres. A cada uno de nosotros nos iba durmiendo mirándonos fijamente a los ojos y con un pequeño toque en la frente. Caías a plomo al suelo. Mi sensación: sí que notabas un decrecimiento veloz de tu fuerza.
Tumbados escuchábamos su voz que nos guiaba en una regresión a nuestra infancia pasando por los 15, 10, 5, 1 año y 6 meses de gestación, para después nacer, chuparnos el dedo, y mantenernos en los 5 años. Este fue el momento que más me impresionó, porque si bien yo era consciente de lo que sucedía todo el tiempo, aquí sí que sentí algo poco lógico. Mis ojos se comportaban como si hubiese entrado en fase Rem, se movían a toda velocidad mientras las imágenes se agolpaban en mi cabeza. Yo percibía las vibraciones de mis párpados.
En este punto nos despertaba y hacía un par de preguntas sobre nuestra infancia a cada uno. Después, toquecito en la frente, y a dormir de pie.
Aquí nos daba unas instrucciones distintas a cada uno. Dos saltaban y otro olía su peste al hacerlo, una aplaudía, otra añadía a la semana "Zumbalón" después del Domingo, otra cambiaba de nombre y yo olvidaba el número 9, para mí no existía. "7+2=8 y 3x3=10" me dijo, y eso fue lo que se quedó en mi mente. Cuando me despertó buscaba provocar que yo pronunciase el número 9, pero mi mente estaba concentrada en las órdenes anteriores. Me hizo contar los dedos de uno de los hipnotizados (y que tenía cara de medio estar en Babia, medio estar acojonado), y por supuesto, contaba 11, porque del 8 pasaba al 10. Admito que los aplausos, las risas y las expresiones de asombro del público fueron un halago para mi ego de actriz amateur.
Volvemos a dormir. Hipnotiza a 3 de los participantes convenciéndoles de que no volverán a fumar más que después de las comidas.
Despertamos y volvemos a la realidad. ¿Y qué se siente entonces? Una profunda relajación, un bajón de fuerzas al 10% de lo habitual, un cierto estado zen,... y ganas de comentar la experiencia con los demás.





De los tres del grupo que intervinimos, dos coincidíamos en las sensaciones experimentadas y el 50/50 del que hablaba al principio, y el otro sí que parecía haber alcanzado un trance más profundo. Aunque lo de no fumar más con él no funcionó, porque fue lo primero que hizo al salir de la sala.
Algunos se quedaron charlando con Segóbriga, y según me han dicho, les comentó que yo, junto con el muchacho al que conté los dedos, fuimos los más involucrados, los más receptivos a la hipnosis. Cómo serían los demás...
Con esto no quiero restarle mérito al mentalista, porque creo que lo que hace (y lo que consigue con algunos) es impresionante. Lo repito, es un maestro. Me gustaría repetir la sesión otro día, para comparar.

Conclusiones:
- El ser humano es altamente sugestionable; Cree lo que quiere creer.
- Los hay que le echamos morro a la cosa, y encima somos convincentes.
- Si me hubiese perdido esta experiencia, sé que me habría arrepentido.

- ¿Lo recomiendo? Sí.

5 comentarios:

  1. Nos quedamos 7: 3 hombres y 4 mujeres.
    segun zapatero, paridad: una fuera JAJA

    mira, me alegro de que te gustara la experiencia ;)

    ResponderEliminar
  2. ¿Y tú desde cuando estás de acuerdo con ZP, Ipuruk? xD

    ResponderEliminar
  3. Hola Tanit:
    Caray, pues vaya experiencia que tuviste. Yo nunca he tenido algo parecido, aunque si soy bastante sugestionable, mira que pasé los ultimos 8 meses de mi vida con un Mago/Hechicero y tienes razón, cuando uno despierta del sueño, queda una profunda relajación y sobre todo la sensación certera de que uno cree lo que desea creer.

    Besos!

    ResponderEliminar
  4. Apostillando alguna conclusión...

    "- El ser humano es altamente sugestionable; Cree lo que quiere creer."

    Personalmente lo modificaría:

    "- El ser humano es altamente sugestionable; Cree lo que quieren que crea."

    Es el precio que tenemos que pagar por nuestro avanzado cerebro; de capacidad altamente adaptativa y por tanto, fácilmente programable.

    Besos.

    P.D: En un entorno controlado, como el de tu experiencia, yo mismo me prestaría a dicha sugestión. ¡Me lo apunto!

    ResponderEliminar
  5. D, al menos ahora eres libre de creer lo que tú quieras creer ;)

    Joe, ¿te imaginas que esté existiendo un complot para que unos cuantos crean que muchos creemos lo que ellos quieren que creamos? Un mundo falso que forja y alimenta las revoluciones en sus entrañas. Hoy estoy utópica, qué le vamos a hacer.

    ¡Besos!

    ResponderEliminar