sábado, 11 de julio de 2009

¡Serenooooo! -- ¡Vaaaa!

Ayer fue un buen día. Tarde de cine y noche de "1 más y nos vamos". Hasta la Señorita No Bebo Cerveza se tomó una (de frambuesa eso sí, y riquíiiiiisima).

Poco a poco retomo mi vida social y lo de ayer fue un avance. A partir del jueves, a la pregunta "¿qué haces?" podré contestar: "nada, y mucho menos ¡estudiar!". Sí señores, ya acabo. Y eso me llena de motivación, pero también me están entrando los nervios que no me habían preocupado hasta ahora.

Ayer, como decía, fue un avance. Fue una tarde de cine, con una peculiaridad: vimos la película Ice Age 3 en 3D. Parece que está dando resultado el preparar las películas de animación en este nuevo soporte, y los cines vuelven a llenarse. Ahora las salas las ocupan decenas de "blues brothers" con gafas idénticas y euros de menos en el bolsillo. Apunte: ver cine 3D no es barato.
A mí me gustó la experiencia, con animales que parecía que se iban a chocar contra ti o momentos en los que ladeabas la cabeza para seguir las curvas del trazado sobre la nieve que experimentaba alguno de los protagonistas.
Pero le encontré alguna pega: conociendo el Imax la impresión se te queda escasa, no es tan envolvente. Quizá por eso mismo me producía cierto mareo.
De todas formas recomiendo probarlo con ésta u otra película. Me han comentado que Los mundos de Coraline da también buen resultado en 3D.

Tras el cine, paseo a un ritmo más deportivo que ocioso (sudar como un pollo tras un paseo indica que el ritmo es excesivo, aparte de que en Julio en Madrid hace calor -toma conclusión-) y reposo en el primero de los bares que visitamos anoche.
Ojo, no os hagáis una idea equivocada de mí, que TaniT no es una borrachuza. Pero en España ya se sabe, las reuniones sociales se hacen en los bares. Y yo llevaba tiempo sin reunirme de ese modo, así que lo agradecí.
Total, que una vez completado el grupo cambiamos de sitio de apalanque, para ir a un típico bar de barrio, no demasiado espacioso pero sí de trato cercano y buena comida. Llevaba yo sin comer conejo ni se sabe. No quiero coñas sexuales, que os veo venir, ¡mal pensados!
Ahí se nos unió más gente al grupo, por lo que ya no cabíamos a menos que alguien se subiera a las máquinas tragaperras. Decidimos salir y marchar a otro lado.

Ese otro lado fue La casa de la cerveza. Un local atractivo: dos pisos, decoración rústica, mucha madera, muchos carteles y mucha cerveza, obviamente. Por eso es de extrañar que no pongan nada sólido para acompañar el trago.
Por suerte para los que no somos dados a beber cebada, una simpática camarera (cuyo escote llamó la atención de los presentes) nos ofreció alternativas a la carta de cerveza de tres hojas que tenían. Como extravagancia pedimos dos cervezas belgas afrutadas: una de plátano y otra de frambuesa. Y lo admito, frías estaban de vicio. Aunque yo me quedo con la segunda, de la cual, además, había escuchado buenas referencias.

Esta mañana al levantarme me han ofrecido en casa un empleo: el de sereno. Con eso queda patente lo bien que se dio la noche y el tipo de humor de mi familia.

¡Buen finde, chic@s!

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