domingo, 9 de agosto de 2009

Ho voglia di te



Darse un paseo con el sol ya bajo y el viento jugueteando con los mechones de pelo que se escapan de tu coleta. Caminar sin rumbo y acabar en la terraza de una pizzeria auténticamente italiana, con una comida que está de vicio y un servicio atento de la más mínima necesidad. A ésto hay que añadir el plus de que los camarer@s sean italian@s y argentin@s, con el encanto que eso le aporta (a mí es que esas nacionalidades me pueden).

Y cuando vas a pegarle un mordisco a tu recién horneada pizza mezzo Fiorentina, mezzo 4 stazione, te das cuenta de que uno de los camareros no te quita el ojo de encima. Y tú te fijas en ese ojo. Y en el que tiene al otro lado de la nariz. Los dos verdes como el orégano y la albahaca que condimentan tu comida. Y ya no puedes probarla porque te has quedado embobada, y porque aunque tu mirada se vuelva huidiza por la timidez, te sabes observada, y sabes que está sonriendo gracioso al notar que se te pone la piel de gallina al sentir la brisa fría. Y por una razón aún mucho más importante que todo eso: ¡¡porque puedes terminar con la boca pringada de tomate y con un hilillo de mozzarella colgando!! Y eso sí que no. Una perderá un ligue, ¡pero jamás dejará que se le estropee la buena imagen!

:P

PD: Don Destino juguetón ha hecho coincidir este descubrimiento culinario con mi lectura actual de un libro italiano... Cualquier día me fugo en un vuelo de esos que cuestan 5€ y vas moviendo tú las alas del avión jejeje.

1 comentario:

  1. jaja tanit que tortura!! tendria que estar super mega hiper requete extra bueniiiisimo para hacerme renunciar a morder ese piquito caliente, lleno de salsa y queso derretido de la pizza recien sacada del horno. y menos si tengo hambre :)) en ultima instancia, apelo al cuchillo y tenedor

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