miércoles, 4 de noviembre de 2009

¿Dónde cenamos hoy? Paparazzi.

Una cena fuera de casa siempre se agradece, y más aún cuando se elige bien la compañía, el lugar y la comida. Y en esos aspectos, la noche de ayer fue de 10. Bueno, quizá no tan redonda la puntuación, que le restó algunas décimas mi “pequeña” desorientación para encontrar el restaurante. Menos mal que no hacía mala noche, y así el paseíto nos sirvió para abrir el apetito.

Mi empeño era llegar al Paparazzi, un restaurante italiano que, a pesar de pertenecer al Grupo Vips, no tiene nada que ver con lo acostumbrado en los establecimientos de esta cadena. Lo descubrí no hace mucho en una cena entre amigas y quería repetir. Qué mejor ocasión que anoche, cuando iba del brazo de un paparazzo.

El local es bastante amplio, pero acogedor. Luz tenue, música chill out (le habría dado más puntos que fueran canciones italianas, más acordes con el ambiente), personal muy atento, tonos tierra y beige en la decoración, y lo más característico: las paredes están llenas de fotografías de la primera mitad del siglo pasado.

Y la comida, ¡ay la comida! Deliciosa. Todo en la carta sonaba de vicio, y nosotros, con nuestra elección, acertamos de pleno.
Como entrantes pedimos Patatas rellenas con salmón ahumado y salsa holandesa, y Croquetas de jamón de Parma.
Y como platos fuertes elegimos Carpaccio de solomillo con láminas de parmesano y trufa, y Tortellini de trufa blanca y foie de pato y rebozuelo. Yo era un poco reacia al carpaccio, porque lo de la carne sin cocinar no me terminaba de convencer (lo mismo decía en su día del sushi), pero me encantó. Bien laminado, aderezado lo justo para no enmascarar sabores. Muy bueno, en serio. Pero lo que se llevó la palma fueron los tortellini. La trufa, el foie,… Sin palabras. Mi acompañante al probarlos dijo algo así como “he tenido orgasmos más suaves”.

Y para terminar, compartimos un postre. Una Panna cotta que hasta el momento, es la mejor que he probado. En otros restaurantes la preparan más parecida a nuestro flan en cuanto a consistencia (por la gelatina que utilizan), pero esta era cremosa, suave, contrastando a la perfección el dulzor de la nata con la acidez de la crema de frambuesas. Riquísima.

Creo que con todo lo dicho, queda implícita mi recomendación a visitar el sitio si algún día pasáis por Madrid. Yo ahora voy a ver si contacto con los responsables, que después de esta publicidad, ¡bien me merezco una invitación!

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